Desde la infancia nos educamos para ser profesionales exitosos, altamente competitivos y adaptables a cualquier situación laboral; pero, no aprendemos cómo enfrentar un problema tan difícil y estigmatizado como el mobbing o acoso laboral.
Por Norvil Mera. 27 julio, 2016.En el colegio o en la universidad, los conflictos interpersonales se podían resolver, aparentemente, con facilidad: con una llamada de atención o un castigo impuesto por los padres o profesores. Pero, ¿en mi centro de trabajo? El mobbing, también llamado psicoterror, es complejo y puede conducir a un terrible deterioro de nuestro desempeño, salud, bienestar, imagen e integridad. Este importante tema será abordado por la especialista venezolana, Gisella Blanco, en el Diplomado de Psicología Ocupacional que dictará la UDEP.
Todos, en cualquier momento, podemos ser víctimas de este “mal silencioso” que cada día afecta a más empresas. Constantes y sostenidos ataques o agresiones, dirigidos a denigrar a una persona, su trabajo, reputación personal y/o familiar o a aislarlo del resto son sus características. Ocurre entre un trabajador de rango superior y uno inferior; entre pares y, con menos frecuencia, entre alguien de rango inferior a uno superior inmediato. ¿El objetivo? Que la víctima se vaya de la empresa.
El impacto del mobbing es grande. Investigaciones recientes evidencian en las víctimas la alta frecuencia de trastornos psicosomáticos, estrés patológico; trastornos: de ansiedad, depresión, músculo-esqueléticos; enfermedades cardiovasculares, entre otros. Además, desarrollan una percepción negativa respecto al puesto de trabajo y a sí mismas, porque esto afecta también su autoestima.
Por ello, es importante que en las empresas se trabaje en la prevención (y eliminación) de la intimidación y maltrato entre trabajadores y en la mejora de las relaciones interpersonales, partiendo de una cultura organizacional que favorezca un clima laboral adecuado para todos. En esto es fundamental el liderazgo de los jefes inmediatos, especialmente de la alta dirección. Ellos deben ser “ejemplo” a imitar. Deben fomentar la creación y vigencia de una cultura de respeto mutuo, trabajo en equipo y bienestar de todos.
No hacerlo traerá graves consecuencias en la imagen de la empresa, de los colaboradores, en la productividad y en el balance económico, pues el hostigamiento daña directamente a la principal fuerza de la empresa: el hombre, su dignidad y sus derechos. (Artículo publicado en el diario El Tiempo, el 27/07/2016).